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viernes, 10 de marzo de 2017

UNA VIDA EMPRENDEDORA

¿Qué harías si siguieras tus propios valores?


Vivimos rodeados de referencias constantes a los valores, todas las empresas dicen tener unos característicos. Incluso nosotros, como emprendedores, dedicamos todo un apartado a ellos en el Business Plan. Y, ¿qué es un valor? De las definiciones que conozco, la que más me convence es la que dice que es un principio fundamental de la persona, que marca su manera de ser y de estar en el mundo. Por tanto, eso nos conduce a pensar que los valores no son conceptos que estén fuera o por encima de nosotros sino, muy especialmente, son parte de los pilares de nuestra esencia.

Si yo te preguntara, ¿cuáles son tus valores?, ¿qué me contestarías? No tengas prisa en dar una respuesta. Descubrirlos no es algo inmediato, seguramente la respuesta te la darán no sólo la razón sino también el corazón porque nuestros valores no son algo que sólo conozcamos sino que, muy especialmente, sentimos. He aquí, una de sus primeras características: son sentimiento. Por eso son tan importantes para nosotros y queremos ser fieles a ellos porque, siendo coherentes con lo que sentimos, estamos bien.


Te propongo un par de maneras para acercarte a conocer tus valores. La primera consiste en que recuerdes una situación que haya sido muy especial para ti, que te haya movido por dentro… Cuando la tengas, detente en averiguar cuáles son aquellos valores que estaban presentes en ella. La segunda consiste en que recuerdes una o varias acciones que has llevado a cabo, de cualquier índole. Si ya las tienes, saca tu lupa de aumento y analiza con detalle qué valores subyacentes te movieron a realizar esas acciones. Ahí los tienes!
Elegimos con libertad nuestros valores. Nadie puede imponiéndonoslos si en nuestro corazón, no los hacemos nuestros. ¿Alguien se cree que si yo no fuera solidaria, empezaría a serlo porque alguien me dice: tú, sé solidaria? No nos engañemos…
Y, como ya habréis deducido, nos impulsan a la acción, a una “determinada” acción. De todas las posibilidades que existen, elijo una respuesta y no otra porque en mi decisión, de manera consciente o inconsciente, influyen mis valores.


Muchas personas opinan, yo entre ellas, que la crisis económica es fruto de una crisis de valores. Son valores como la soberbia, la codicia y el egoísmo los que han llevado a que muchos deban padecer las consecuencias de las acciones de unos cuantos. Ahora, para salir de la crisis, nos alientan a que hagamos nuestros valores como la austeridad, la calma y la confianza.


¿Y qué tiene que ver el emprendedor en esto? Muchísimo. Un emprendedor cuyos valores son los mismos o similares a aquellos que han propiciado la situación en la que todos estamos inmersos, difícilmente contribuirá a que las cosas sean distintas. La crisis hay que superarla, por supuesto, pero no para volver a estar igual sino para estar mejor en términos de bienestar no sólo material sino también emocional.


Por aquí y por allá se fomenta el emprendimiento, en especial el de empresas tecnológicas o científicas, con un fuerte potencial de crecimiento, que den trabajo al mayor número de personas, que sean competitivas  y no se hace referencia alguna a los necesarios valores de esos emprendedores para impulsar reales transformaciones en la sociedad. ¿De verdad podemos creer que así vamos a salir de la crisis? Sí, es posible… para, en unos años, caer en otra… algo que parece que se da por supuesto porque es algo cíclico… Me niego a creerlo.


Como persona emprendedora, si tienes un proyecto valioso para nuestra sociedad ¿qué harías si siguieras tus valores?, ¿en qué mundo te gustaría vivir? ¿y qué mundo te gustaría contribuir a construir?


Resultado de imagen para que harias si fuera emprendedor

martes, 7 de marzo de 2017

Sepa cuándo ser un JEFE, un LÍDER o un COACH

¿Se puede ser jefe y coach ? ¿Todos los jefes son líderes? Son dos preguntas que comunmente se escuchan en los seminarios de liderazgo.
Sin embargo, para aclarar el asunto, hay que plantear que los papeles de jefe, coach y líder son diferentes sombreros que utilizamos.
El sombrero del jefe. Se dice que un jefe tiene poder de “estructura”. Es decir, su nivel jerárquico en la organización le otorga autoridad para definir objetivos, fijar plazos, asignar tareas, pedir cuentas, otorgar reconocimientos y disciplinar a sus subalternos. En última instancia, la jefatura es quien (en su ámbito de acción) “dice qué hacer”.
El sombrero del líder. Así como el jefe tiene poder de “estructura”, un líder tiene poder de “identificación”. Esta es la diferencia fundamental entre ambos. Un líder propone una visión de futuro atractiva e intenta “contagiar a otros”, es decir, que se emocionen con su idea, se identifiquen con él y formen la “masa crítica” responsable de sacar el proyecto adelante.
Si el poder del jefe es más racional (“debo obedecer al jefe, porque es quien manda”), el del líder es mucho más emocional (“quiero seguir al líder, porque me entusiasma el proyecto que propone”).
A pesar de sus diferencias, líderes y jefaturas comparten un sentido de propósito: ambos grupos comunican una idea de “hacia dónde vamos”.
El sombrero del coach . Un coach se apoya en la mayéutica de Sócrates (hacer preguntas para ayudar al otro a “parir” el saber) y en la idea de Aristóteles de que, en toda persona, hay una tensión entre “lo que es” y “todo lo que podría ser”.
La pregunta es la herramienta de trabajo del coach . Él no nos dirá qué hacer sino que, a fuerza de preguntas, nos ayudará a encontrar nuestras propias respuestas. Así, algunas interrogantes muy empleadas por los coaches son: ¿A dónde quieres llegar? ¿Dónde estás en el aquí y el ahora? ¿Hay diferentes maneras de alcanzar tu meta? ¿Cuáles son tus alternativas? ¿Cuál de ellas te parece mejor? ¿Por qué? ¿Qué sacrificios tendrás que hacer si tomas este camino? y ¿estás realmente decidido a hacerlo?

Los tres sombreros responden a papeles diferentes: el jefe “dice qué hacer” desde su autoridad; el líder nos emociona con una visión de futuro y nos invita a ser parte de un proyecto y, por su parte, el coach , a partir de la pregunta, nos ayuda a clarificar qué es lo que nosotros queremos hacer.
Solo uno a la vez
De lo anterior surge una conclusión crucial: usted puede usar los tres sombreros, pero solo uno a la vez. Mientras quiera dar órdenes, fijar plazos y asignar tareas como un jefe, tendrá dificultades para inspirar como un líder, y mientras espere que el otro defina su norte –como haría un coach – no podrá decirle qué hacer o emocionarlo con su propia visión.
En ocasiones equivocamos el papel. Por ejemplo, hacemos preguntas tipo coach cuando el otro solo espera una respuesta ante un problema urgente, o nos ponemos a decretar el compromiso de los colaboradores y nos olvidamos de inspirarlo como líderes.
Eso sí, el peor caso es el del individuo que trata de jugar con los tres sombreros a la vez: zigzagueando entre “jefe preguntón”, “ coach mandón” y “líder enojado”; no hace más que confundir y frustrar a sus colaboradores.
Entonces, ¿cuál es el mejor sombrero?
Todo depende de la situación y lo que queramos lograr a partir de ella. Es un arte saber cuándo ejercer el comando y control al asignar tareas y perseguir objetivos alineados con la estrategia de la empresa; cuándo inspirar a un grupo con una visión de futuro que impulse el cambio, la innovación y el compromiso con una misión retadora y, finalmente, cuándo abrir un espacio para ayudar a otros a definir su propio camino y a desarrollar sus capacidades.
El individuo más capaz es aquel que sabe leer la situación y determinar cuál papel resulta indicado. Quien logre hacer esto, no solo evitará que “le quede grande el sombrero” sino que dominará el sutil arte de saber cuál sombrero usar en cada ocasión.

Fuente:http://www.elfinancierocr.com/gerencia/Gerencia-Enrique_Margery-coach-lider-liderazgo-gestion_0_578342183.html

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